Regala sensibilidad

Hay ocasiones en las que ves interesante que tu paciente realice en casa algunas actividades que necesitan repetición, rutina, mucha constancia y poca inversión de tiempo al día.

Me refiero en este caso en concreto a las actividades que implican estimular la mano sensorialmente.

Para esas manos que el paciente te cuenta que las siente “acorchadas”, que no le son útiles porque cuando tiene que coger algo – vaso, plato, bote de crema o espuma de afeitar – ha de estar mirándolo porque si no lo pierde, que no puede pillar objetos pequeños que requieran presa fina tipo botón, cordones, blíster de las pastillas…

Trato un paciente, David, que a pesar de haber sufrido por una caída una sorprendente lesión medular de nivel C3, ha evolucionado espectacularmente hasta el punto de caminar perfectamente sin ayuda técnica alguna, y de manejarse de manera autónoma para sus actividades diarias, que realiza con el único inconveniente de que ha de emplear más tiempo del habitual.

Su impedimento mayor, en el que trabajamos no sólo en la terapia sino en casa también – David es excepcionalmente constante, con una conciencia corporal increíble, una imaginación y motivación para dirigirse y trabajarse que ya la querría yo para mí misma – , se encuentra a nivel del tronco superior, cinturas escapulares, hombros y manos.

Sus manos – en especial la derecha – no sólo tienen afectada la parte músculo-esquelética, sino también la sensibilidad, así que, es un candidato perfecto para recomendarle “deberes”, ya que únicamente los tendría que incorporar a la rutina diaria y variada que ya tiene establecida.

Soy consciente de mi suerte. Es una maravilla poder trabajar con una persona que a pesar de su devastadora lesión está saliendo de ella victorioso – para lo que podría haber sido – , y es un privilegio como terapeuta hacer equipo con una persona cuyas condiciones humanas y personales que vienen de fábrica son tan favorables.

Soy consciente. Y lo aprovecho. Y lo disfruto. ¿De qué manera?. Haciéndole un regalo que sé que va a saberlo usar y puede venirle muy bien.

Me voy un sábado por la tarde, aprovechando que mi hija pequeña quiere comprar algunas cosas en el típico bazar barato, y en lugar de deambular sin rumbo por los pasillos aburrida mientras ella busca, pienso en David, se me ilumina le mente, y se me ocurre hacerle un “kit de sensibilidad” para que lo tenga en casa. Y ahí empieza mi diversión. Con solo ganas de encontrar algo que le vaya bien y sin conocer lo que puedo encontrarme, empiezo a caminar por todos los pasillos sin discriminación – ¿quién sabe dónde puede aparecer ese objeto que “despierte” las manos de David? – . Me encantó la experiencia. Salí de allí con cinco objetos, una caja tipo fiambrera y una bolsa de papel donde meterlos. Ya tenía el regalo preparado.

Los cinco objetos son estos:

Una tela rectangular tipo esparto, áspera. Puede elegir envolverla pegándola en un objeto como una botella o bote y que la agarre con una mano mientras con la otra va girando el objeto:

 

 

 

 

 

 

Unos cuantos rulos del pelo que tienen la superficie rugosa:

 

 

 

 

 

Piedrecitas angulares y puntiagudas para meterlas en la caja tipo fiambrera, meter ambas manos dentro y mover los dedos:

 

 

 

 

 

 

Un cepillo del pelo con púas duras y flexibles:

 

 

 

 

 

Una base de manualidades con pinchitos de plástico duro para clavar piezas de colores y hacer formas. Los pinchitos estimulan muy bien las manos / dedos:

 

 

 

 

 

 

Como conclusiones finales me atrevo a aconsejar:

  • Hay que saber hacer una buena elección en cuanto a qué persona es una buena candidata para regalarle algo.
  • Si lo haces, disfruta con ello. Saldrá mejor.
  • Si te pasa lo que a mi, que de repente te viene la inspiración, entrégate y sigue adelante.
  • Todo regalo, ha de estar bien pensado, adaptado al receptor y con un objetivo muy concreto.

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