Feldenkrais con Helena Guevara

Si estás mínimamente metida en el mundo Feldenkrais, como es mi caso, el nombre de Helena Guevara te va resonando. No recuerdo cuál fue mi primer recuerdo de ella, el caso es que sabía, al escuchar su nombre, que tenía relación con el Método.

Y una de las veces que lo escuché fue este pasado verano, en una cena a principios de junio, donde nos reunimos los participantes y monitores de las actividades deportivas del Polideportivo Municipal de Sagunto, a la que asistí porque participo en el mismo como alumna.

Me contaron que habían invitado a Helena Guevara a un Taller de Feldenkrais de dos días. Y me apunté en cuanto supe que disponía de esos días. Tenía ganas de conocerla. Tenía ganas de hacer de nuevo clases. Me engancha. Me encanta. Y tengo pocas oportunidades para participar de ellas.

A finales de septiembre vino Helena de Lanzarote, preparada con lecciones para compartirlas con todos nosotros. Éramos un grupo de doce monitores deportivos y yo. Estoy enormemente agradecida, por permitirme acceder a este curso, y por experimentar por primera vez el Método Feldenkrais con un colectivo diferente al mío.

Viví las clases de manera especial. Era también la primera vez que recibía tantas lecciones seguidas. Era la primera vez que escuchaba ATM`s de alto nivel de exigencia, donde los retos se iban superponiendo rápido, y donde, o bien disfrutabas como un bebé, o bien aceptabas que no habías encontrado el camino fácil esa vez. Aprendizaje tras aprendizaje, que es lo que toca. De nuevo era la primera vez en la que, al compartir entre todos lo que sentíamos, no escuchaba ningún comentario relacionado con patología, o con pacientes, o cuestiones relacionadas con darle mucho al pensamiento racional, con lo que los fisioterapeutas estamos tan familiarizados. El colectivo con el que me encontraba tenía una buena autoconciencia corporal, además de estar muy familiarizados con experimentar con el movimiento y el cuerpo, cosa que no me encuentro con demasiada frecuencia entre mis colegas de profesión. Es decir, que mucho saber lo que necesitan nuestros pacientes, pero poco saber lo que nos va bien a nosotros. De nuevo, aprendizaje, esta vez con autocrítica.

Ya conozco a Helena. Un placer. Maravillosa voz, calma envidiable, experiencia para guiar al grupo excelente, escucha activa, receptiva y sin juicios propia de una experta… todo ello me dejó unas ganas de haber podido compartir con ella algo más de conversación personal, además de un profundo agradecimiento por su apasionada dedicación.

Gracias Helena. Espero poder compartir contigo más experiencias «Felden».

“La curiosidad es la puerta del aprendizaje.”

 

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