Amor, ilusión, gratitud

Sierra Calderona. Pi del Salt

Estrenamos año.

Es como abrir la tapa de una libreta nueva y bonita. ¡Qué impresión plantar la punta del bolígrafo en la primera página, tan blanca, tan impoluta! ¿Y si no nos gusta la letra, o el mensaje no es el que queremos escribir, y queremos arrancar la hoja antes de terminarla?. Parece como si quisiéramos que desde el principio de la libreta hasta la última página todo lo que escribamos deba estar perfecto, que nos sintamos orgullosos del resultado, que la terminemos como la empezamos, con buena letra, con buenos mensajes, con orden, con satisfacción, sin dudas ni inseguridades…

Me planteo cómo quiero que sean las primeras líneas de mi nueva libreta. El año 2019. Hoy mismo.

Y no dudo en que los tres valores que empleo en el título son una perfecta opción para mi.

Porque me identifico con ellos, para eso los he elegido yo-obvio-. Porque cuando los considero y los tengo en cuenta en mi día a día me siento bien. Porque son valores universales, que todo el mundo entiende. Porque son un buen trampolín para la felicidad estructural -la que dicen los expertos que es la buena, la que se trabaja, la que dura-.

Amor

Un término amplio donde los haya. No tengo ni idea de cuántos tipos de amor hay, pero por suerte sé que experimento varios de ellos con frecuencia. Y que, si de mi depende -que eso creo- van a seguir acompañándome y voy a hacer todo lo posible por ampliarlos. Obviando los amores que tenemos todos en mente, hay que hacer por amar lo que hacemos, amar la naturaleza, amarnos a nosotros mismos y amar al ser humano. Cuatro amores de repente que debemos cultivar, porque recogeremos más de lo que nuestra simple mente consciente puede llegar a imaginar.

Sierra Calderona

Ilusión

Casi nada. Cuántas referencias haremos en la vida a este término, cuántas frases célebres y citas de personajes en la historia han referenciado la ilusión. Está siempre presente cuando alguien ha empezado un nuevo proyecto, una nueva etapa en la vida, cuando tienes un bache tan difícil de sortear que sólo te queda la ilusión de que saldrás para agarrarte a algo, y, efectivamente, sales. Es la cuerda de la que tiramos para salir de casi cualquier cosa, porque parece que la ilusión no tiene caducidad, aunque sí apellido: ilusión por terminar los exámenes, ilusión por el fin de semana, por las vacaciones, por correr un kilómetro más, por pesar un par de kilos menos…

Gratitud

Qué poco cuesta agradecer.

Y qué poco lo practicamos, con el bien que nos hace, y que hacemos.

Es evidente que hay que dar las gracias al camarero que nos pone el té con leche en la cafetería, al vecino que nos mantiene la puerta del ascensor si nos ve entrar de la calle, al amigo que se acuerda de nuestro cumpleaños y nos felicita… pero eso creo que son gratitudes formales, porque somos educados y nos han educado muy bien nuestros padres. Y sirven esas gracias, claro, pero son de segunda división, no las vivimos con pasión, casi se podría decir que nos salen sin sentir, sólo sabemos que toca decirlas.

Así que se me ocurren dos ideas.

Primera, cambiar el modo de decir esas gracias. Las gracias formales. Para los que las reciben, en apariencia, no notarán diferencia alguna. Pero nosotros sí que experimentaremos una agradable sensación de bienestar al decirlas, porque pondremos nuestra atención en ellas, nuestro corazón, y serán gracias sinceras. Pensaremos por qué las damos – el camarero trabaja para mi comodidad, el vecino decide hacerme este momento más fácil, mi amigo se ha acordado de mi en este día tan normal para el resto del mundo como es mi cumpleaños- .

Y segunda, buscar nuevas maneras de agradecer. Hay tantas… agradecer la familia, los amigos, la cama donde duermo, el árbol de enfrente de mi trabajo… cada uno es libre de elegir lo que agradecer, pero, en mi opinión, no es libre de no agradecer. Quien no agradece se pierde tanto….

Feliz Nueva Libreta!

Que ustedes la empiecen bien!

 

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