LA PLASTICIDAD DEL TERAPEUTA

Todos nosotros conocemos el término plasticidad.
Yo lo entiendo como la razón de nuestro trabajo.
Gracias a ella las personas con las que trabajamos tienen la posibilidad de sentirse mejor, moverse más fácilmente, encontrar más accesible cada una de las tareas que la vida les exige a diario. Y sólo por el hecho de tener la capacidad de cambiar, de aprender, de adaptarnos.
Pero este privilegio no es sólo aplicable a nuestros pacientes, si bien es cierto que, para seguramente compensar con los daños ocasionados, la sabia naturaleza regala con un aumento de la proteína GAP-43 al Sistema Nervioso que ha sido devastado por una lesión, lo cuál implica, durante un corto período de tiempo (seis meses), una capacidad más grande de la habitual para recuperarse de las funciones perdidas.

Por tanto, me cuestiono lo siguiente:
– ¿Somos conscientes que la plasticidad también nos afecta a nosotros, los terapeutas?
– ¿Nos hemos planteado que con una mente más abierta, con capacidad de cambio, de aprendizaje y de adaptación podremos entender mejor y ayudar más?
– ¿Es necesario ser conscientes de ello por algún motivo?
Creo que la plasticidad es como la fuerza de la gravedad: está ahí queramos o no, seamos o no conscientes. Si la tenemos en cuenta y la consideramos, sea hacia nosotros mismos o hacia nuestro trabajo, podremos sacarle el máximo partido, enfocándola hacia nuestros objetivos, en la dirección deseada.
En caso contrario, seguirá existiendo, y hará de las suyas sin nuestro control o supervisión, lo cuál no necesariamente va a ser beneficioso para nosotros.
Algunas ideas que nos pueden ayudar:
– No te encierres en ideas preconcebidas. Si cualquier actividad que has ideado para trabajar no te ha funcionado con algún paciente, pruébalo con otro caso, o si con un mismo paciente no has obtenido el resultado deseado en un determinado momento, pruébalo en otra ocasión, en una situación distinta.
– Si llevas algún tiempo buscando lograr algo muy concreto con el paciente, y este cambio no llega nunca, plantéate modificarlo, variar cualquier aspecto, buscar un resultado diferente en base a cambiar la dirección, el enfoque, el modo de actuación.
– Amplía conocimientos: busca, lee, pregunta, prueba, duda. Si abonas a tu cerebro, crecerán raíces, tu red neuronal se ampliará y podrás observar cómo consigues en tus tratamientos cambios más rápidos.
– La motivación es una buena compañera del aprendizaje. Si no te gusta lo que haces, no te lo crees, las buenas ideas no surgirán, los buenos resultados no aparecerán. Sé honesto contigo mismo.

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