Los afectados pasivos

cuidador

¿Quién tiene en cuenta a los que conviven y están codo con codo con nuestros pacientes?

¿Quién ha pensado alguna vez en ellos ?

¿Quién ha considerado importante conocerlos como personas?

¿Quién se ha encargado de aconsejarles, no para que le hagan de tal o cual manera algo a nuestro paciente, sino para que puedan vivir de mejor manera la situación en la que se han visto inmersos de repente?

¿Verdad que todo eso parece que, como terapeutas neurológicos, no nos compete?. Pareciera más una labor de un psicólogo, podría pensar alguien…

Cuando a una persona le visita un accidente vascular sin avisar, no le visita a él solamente. La onda expansiva llega muy lejos, afectando a todo aquello con lo que el accidentado convivía directamente: pareja, hijos, padres, demás familiares, amigos, compañeros, vecinos, conocidos (el de la cafetería, el dueño del gimnasio, el del kiosco donde compra la prensa…)… todos se enteran y quedan de alguna manera influidos por el evento.

Todo el mundo tiene claro que cuanto mejor conozcamos a nuestro paciente, mejor actuación podremos imprimir sobre él, y mayor será su evolución positiva. Pues en el «mejor conocer a nuestro paciente» también se encuentran las personas que están con él día a día, bajo el mismo techo, las que también han adaptado su modo de vivir y de invertir su tiempo. Ellas son también nuestro objetivo.

¿Qué quiere decir cuidar al cuidador?

 

dedicacion

 

  • Transmitirle que sabemos que ésta es una situación nueva también para ellos, ante la cuál nadie los ha preparado.
  • Decirle que, además de la buena voluntad y el sentido común, es interesante que sepan que….. (por ejemplo: nuestro paciente tiene afectada el área emocional, y tiene miedo a caer, está algo deprimido, por eso no quiere salir, tiene apraxia, por eso no se puede vestir bien, llora con facilidad por la labilidad emocional, no adopta tal postura por gusto, es que no puede su Sistema Nervioso hacerlo mejor por ahora….). Todo ello les hará estar más tranquilos porque justificarán muchas de las conductas y modos de actuar de su familiar como propios de la lesión, y no como que tienen el enemigo en casa….
  • Contarles lo que significa ayudar:

– Si el cuidador con el que estamos tratando es una persona que presta mucha ayuda («estilo madre») y vemos que nuestro paciente se acomoda, modularemos esta actuación.

– Si, por el contrario, el cuidador es muy exigente («estilo sargento»), observando que el paciente, por sus condiciones (físicas o neuropsicológicas) se frustra, modularemos esta actuación.

  • Le hablaremos de la paciencia, y de cómo se entrena (alejarse del foco productor durante un tiempo, respirar hondo diez veces seguidas, no escuchar comentarios que le dañen…).
  • Le obligaremos a que se cuide. Que cada día haga algo para él mismo con lo que se sienta bien, algo que le guste y con lo que disfrute. Ante todo no perderse en el papel de cuidador las 24 horas del día. Para ello, encontrar una persona / reserva si es necesario para esos minutos de «expansión». Solamente manteniendo esta rutina, la persona se sentirá más llena y satisfecha.
  • Animarle a que nos tome como su «escudo». Que nos cuente, nos pregunte, nos comparta, nos exprima…, de este modo también podremos conocer el entorno de nuestro paciente, y pedir ayuda, si es el caso, en un momento determinado, para el que la precise.

«Solamente una vida dedicada a los demás merece la pena ser vivida»

A. Eintein